martes, 17 de noviembre de 2009

El diálogo cotidiando ha perdido todo sentido. Los ladridos/réplica de mi único interlocutor son suficientes para abrumarme, exagerados para un cachorro y necesarios para mantener la fe en la continuidad del espacio a través del tiempo: de un tiempo a llegará, todo aquello que es sensible, a un tiempo b, que asumimos está justo frente a nosotros pero aún no es presente.Son las 4:44 y sigo vigilando al reloj, habrá que tenerlo bajo presión.

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