lunes, 23 de noviembre de 2009

Barthes habla, fragmentariamente su discurso describe lo que apenas puedo concebir. Yo, como el niño que ha destruido decenas de relojes en busca del tiempo, con los ojos envidriados, sólo puedo contemplar. Barthes se detiene, es mi turno en la dialéctica necesaria de la lectura, el mundo esta congelado, se contiene.

Decido callar, para (mal)decir en silencio; toda la fauna de la cocina parece aliviada, el cosmos prevalece.

Filosofía y Poesía

"Toda palabra requiere un alejamiento de la realidad a la que se refiere"

Maria Zambrano

martes, 17 de noviembre de 2009

El diálogo cotidiando ha perdido todo sentido. Los ladridos/réplica de mi único interlocutor son suficientes para abrumarme, exagerados para un cachorro y necesarios para mantener la fe en la continuidad del espacio a través del tiempo: de un tiempo a llegará, todo aquello que es sensible, a un tiempo b, que asumimos está justo frente a nosotros pero aún no es presente.Son las 4:44 y sigo vigilando al reloj, habrá que tenerlo bajo presión.

Stello 2/3 Vigny

Siento otro demoniete enrabietado que me haría gritar si no fuera por esta insoportable costumbre de las buenas maneras que usted conoce en mí. Ese ha escogido su domicilio coom rey absoluto en la enorma joroba de la Benevolencia, en la cima del cráneo; está sentado, sabedor de que tiene trabajo para rato; sostiene una barrena entre sus brazuelos y la hace girar con agilidad tan sorprendente que no tardará usted en verla salir por el mentón.

_Words, wide night

Somewhere on the other side of this wide night
and the distance between us, I am thinking of you.
The room is turning slowly away from the moon.
This is pleasurable. Or shall I cross that out and say
it is sad? In one of the tenses I singing
an impossible song of desire that you cannot hear.
La lala la. See? I close my eyes and imagine
the dark hills I would have to cross
to reach you. For I am in love with you
and this is what it is like or what it is like in words.
Carol Ann Duffy

lunes, 16 de noviembre de 2009

Nuevo proyecto


[fingers crossed]

El norte también tiene utopías.

Ruinas de la memoria. La modernidad fracasó pero siguió respirando. Espacios abandonados, resignificados, superpuestos. La ciudad guarda postales del proyecto que no fue. La memoria colectiva detiene al progreso por instantes. Los aparentes despojos parecen carecer de identidad propia. La fotografía debe actuar sobre ellos, sobre sí misma; re-flexionar sobre el uso y desuso de los significados que la ciudad aun preserva. Significantes vivos, esperando el domingo para ver a sus nietos, que han optado el retorno al suelo bofo. Significantes que lucen de gala su deterioro a la luz del sol en declive. En el mejor de los casos, ante la pérdida inminente vulgarizamos la defunción, le quitamos la belleza inherente a la muerte para distraernos.

El otro, el que está detrás de la cámara, siempre tan ingenuo, es aquello que no está en la imagen, y así es definido: Lo que no está mostrado en la fotografía, entonces éste busca retratar todo lo que él no es, sólo para creer definirse. Aquí no hay creación ni aleatoriedad, hay una imposición del exiliado y su memoria (o la de su comunidad), del outsider que nació y creció ahí.

El espectador decide que ver, decreta decadencia donde hay vida. El cosmos de ciertas imágenes angustia, corroe lo puro, desacraliza el progreso. Y sí, aún hay gente que cree en él.

No es que nunca hubiera estado tan cerca del abismo, es sólo que nunca me había parecido tan tentador saltar. Bajar el switch. Nunca había imaginado mi nariz con un golpe de bat, nunca me había excitado tanto. El tráfico me devuelve miles de caras estúpidas. ¿porque no me golpeas? Lastímame, quiero sentir mi quijada fuera de lugar. Hiéreme. No puedo contener mi ira, y sólo parece ir de mi uñas hacia dentro.

martes, 3 de noviembre de 2009

Oh, San Anselmo

"En ti me muevo, en ti soy, y no puedo acercarme a ti. Estás en mí y en torno a mí no te siento."

lunes, 2 de noviembre de 2009

Stello 1/3 Vigny

Hay un duende pequeño como mosquito, debilucho y negruzco, que sostiene una sierra de una longitud desmesurada y la ha clavado más allá de la mitad de mi frente: sigue una línea oblicua que va de la protuberancia de la Idealidad, núm. 19, hasta la de la Melodía, por delante del ojo izquierdo, núm. 32; y ahí, en el ángulo de la ceja, cerca del saliente del Orden están acurrucados cinco diablillos amontonados uno encima de otro como pequeñas sanguijuelas, suspendidos en el extremo de la sierra para que se hunda más y más en mi cabeza; dos de ellos se encargan de derramar en la raya imperceptible que provoca su sierra dentada un aceite hirviendo que flamea como ponche y que no es precisamente agradable al olfato. [...]