domingo, 14 de septiembre de 2008

Lástima por otros,

que te tienen y te pierden ahora, que no te vieron sonreirle a nosotros como seguro lo sigues haciendo, pero en otros nosotros. Pero más lástma me dan ellas, las tontas esas que no quieren olvidar el tamaño justo de tu cintura, y que se aferran sordas, humedas, a la nostalgia de aquellas veces que te miraba y donde luego mi ojos te querían besar, y las tardes cuando no te miraba y no te tocaba y tu no nos querías sonreir pero eras mía, mía nada más, como la gota de lluvia que mis manos se beben esta tarde. Penosamente se cuelgan de la angustia que he aprendido a cuidar, como un enfermo a su cancer, y la aprietan fuerte, como tu apretabas mi corazón y me decías temblando "ya no te quiero, ya no te quiero", y me hacías hombre y nada. Y de verdad es una lástima en los días, y sobre todo las noches, cuando las nuben deciden besar la tierra, y un hombre, o más bien un tonto, anda por ahí por las calles, con las manos inquietas rogando porque quieras que nuestro nosotros nos vuelva a sonreir.

1 comentario:

Alba Strina dijo...

Lástima por nos-otros.