jueves, 19 de mayo de 2011

Erotócrito

Una cierta pasión, pequeña, levantó mi cabeza
y formó dos alas en mi pensamiento:
ellas hacen volar mi deseo, lo llevan a los cielos,
y,al acercarlo a la llama, lo quema el calor
e inmediatamente me caigo, al no tener alas,
porque dejé el suelo y corrí a las alturas.
Y aquel deseo, una y otra vez, no quiere dejarme.
Formo de inmediato otras alas, vuelvo a volar las alturas.
Vuelvo a encontrar la llama, me aguijonea otra vez
y, desde la altura en que estoy, me derriba al suelo.
Y, cuantas veces estoy en lo alto, encuentro llamas,
arden mis alas y caigo y me golpeo.
Este necio deseo, al volar, me pone a prueba
y conduce mis alas y caigo y me golpeo.

Cornaro, Vicenzo v.331

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